Hace 50 años todo era más estable, la sociedad se basaba en las posesiones duraderas. En estos últimos años, sin embargo, la situación de constante cambio (una de las razones es el constante avance tecnológico) provoca que sea imposible pronosticar cómo evolucionarán las cosas. Ésta es una sensacion inestable que Bauman identifica como "una sensación de estar permanentemente en una encrucijada". Se refiere a que hoy, los jóvenes, no queremos un empleo estable, si no que queremos tener en cuenta todas las alternativas posibles . Muchos caminos que escoger y no saber por cual transitar. El sindrome de impaciencia, que invade a esta sociedad inestable, es el estado que considera odioso el gasto del tiempo, como se cita en el libro Los retos de la educación en la modernidad líquida: "el paso del tiempo presagia la disminución de oportunidades que debieron cogerse y consumirse cuando se presentaron". Esta es la explicación por la cual nos envuelve una cultura consumista basada en el breve goce que produce la acción de adquirir algo, y, también, por lo que la educación se considera un PRODUCTO y no un PROCESO de formación. La educación, al igual que está pasando con la sanidad, son espacios que están siendo utilizados como negocio, por lo que se están utilizando derechos fundamentales del ser humano como medios para obtener beneficios. Por todo esto, si la perspectiva de la educación que hemos asumido es considerarla como una inversión de consumo y no como un valor y un derecho que ha de servir para entender y construir el mundo, ¿qué se está enseñando? ¿cómo se está enseñando?
La educación ha de ser una acción contínua de la vida y no únicamente un medio para adquirir habilidades técnicas. Es necesario que los ciudadanos recuperemos nuestro espacio público de diálogo y derechos democráticos para así ser capaces de controlar el futuro de nuestro entorno y el propio.
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